Friday, August 12, 2011

Proyecto CORINA: Escribe Alberto Chirif

De los pocos comentarios bien fundamentados que he leído hasta ahora relacionado al proyecto CORINA.



Hace dos días, en un programa periodístico en el que me entrevistaron juntamente con Julio Murrieta y José Alvarez, expresé mi desagrado porque el tema del protectyo Corina se ha convertido en una tribuna de insultos personales y de opiniones destempladas que, en vez de analizar la cuestión, pretenden imponerse como dogma. A mi modo de ver, esto es contraproducente para quienes son contrarios a la ejecución del proyecto, porque los descalifica profesionalmente y devalúa la oposición. En resumen, los gritos y los insultos no valen en estos casos para sustentar ideas. La opinión de Moisés Panduro ha sido expresada de manera razonada y respetuosa. Se puede discretpar con él pero, insisto, debe hacerse con argumentos.

Dos cosas quiero rescatar de lo que expresé en dicha entrevista en la TV. La primera es que ni el Marañón ni el Huallaga son ríos únicamente loretanos. El primero, nace en Huánuco y atraviesa luego, en dirección norte, las regiones de Ancash, que es donde se construiría una de las represas (creo que son dos) para derivar las aguas al Pacífico, y después sigue por La Libertad, Cajamarca y Amazonas para entrar a Loreto recién al atravesar el pongo de Manseriche. El Huallaga, por su parte, nace en Pasco, muy cerca de la ciudad de Cerro de Pasco, y de allí baja a Huánuco, atraviera San Martín y entra a Loreto aguas arriba de Yurimaguas. Con esto quiero decir que la discusión sobre el uso de las aguas de esos ríos es un tema que debe ser discutido con representantes y gobiernos de todas esas regiones y no una cuestión que ataña exclusivamente a Loreto.

Siendo Ancash la región más afectada por la derivación sería importante averiguar porqué esta región apoya el proyecto. Y es la más afectada porque la represa sería para trasvasar hacia la costa 500m3/segundo, que es, según algunos cálculos, la totalidad del aforo del río en esa región, por lo cual Ancash, en su parte andina, se quedaría sin agua del Marañón. Hay, entonces, necesidad de hablar sobre este tema con esas otras regiones. No niego que puedan haber impactos en las demás, aun cuando, en el resto de su curso, el Marañón reciba afluentes importantes que provienen de vertientes que no van a ser derivadas, como el Utcubamba, Chiriyacu, Cenepa, Santiago y Nieva, y los que bajan de Ecuador y entran al río ya en el espacio loretano, como el Morona, Pastaza, Tigre y Corrientes, más el propio Huallaga.

Insisto, pues, que este tema tiene que ser motivo de estudios y planteamientos serios.

En cuando a hablar ahora de faenones, me parece prematuro. Hay indicios más que suficiente en el caso de los contratos petroleros y que merecen uina investoigación seria por parte del Congreso y del Poder Judicial, pero suponerlos en el caso del proyecto Corina no es razonable porque un decreto como el promulgado por Alan García declarándolo de utilidad pública sólo reportará beneficios a largo plazo, cuando el proyecto se construya, si es que se construye. Considero que apelar a esta consigna devalúa al convertir en moneda común el argumento de investigar el tema de los contratos petroleros y otros muchos: COFOPRI, Collique y una larga lista donde, repito, hay indicios e incluso pruebas de corrpción.

El segundo argumento que expuse en la entrevista en la TV es que me parece absurdo que el Perú arriesgue sus recursos y medio ambiente para satisfacer necesidades de un país vecino, como Brasil, un monstruo en continuo crecimiento que requiere devorar cada vez más energía. Las represas en Inambari (Madre de Dios), Paquitzapango (Ene, Junín) y Manseriche (a caballo entre Amazonas y Loreto, en el Marañón) han sido pensadas con la finalidad de abastecer a Brasil. Sobre las represas sí hay suficientes argumentos sobre los estragos que causan al medio ambiente. Arriesgar nuesto medio ambiente para satisfacer a otro país, por más que pague la energía, me parece, cuando menos, digno de idiotas, sobre todo en un momento como el actual en el que no podemos olvidar, al menos, dos cosas: la crisis ambiental por la destrucción de recursos y el cambio clomático; y la crisis del sistema imperante porque es insostenible un sistema como el actual que pretende mantener ritmo ilimitado de consumo, es decir, un crecimiento constante (que por cierto beneficioa sólo a unos pocos, como lo demuestras las cifras oficiales sobre la brecha cada vez mayor que separa a los países ricos de los pobres) a costa de bienes de la naturaleza que, por el contrario, son limitados.

Sigamos discutiendo, pero con argumentos y respeto recíproco.

Saludos cordiales,
Alberto Chirif

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