Sunday, September 20, 2009

Augusto Enrique Tamayo: Pionero de las TICs en la Amazonía Peruana

Tengo que confesar que hasta unos días no conocía de la existencia de algún precursor de las telecomunicaciones en la Amazonía Peruana. En mi universidad nadie tiene ni una remota idea sobre él, en los contenidos escolares casí no existen hechos loretanos. Me he quedado sorprendido, porque nuestro Iquitos (junto a Requena, Orellana y Contamana), que si bien es cierto hasta ahora está aislado del resto del Perú, fue una de las primeras ciudades del Perú, y sudamérica que contó con telecomunicaciones. Fácil que soy el primero de mi generación que ésta conociendo las proezas de éste ingeniero.
El ingeniero Augusto Enrique Tamayo realizó, en nombre del Perú, una proeza científica de resonancia universal al obtener por primera vez en el mundo. En 1912, el mismo año en que Guillermo Marconi (Premio Nobel 1909) fracasaba en su intento de establecer la comunicación inalámbrica a gran distancia en las selvas de África y el Brasil, el ingeniero peruano Augusto Tamayo logró establecer la comunicación directa inalámbrica entre Lima e Iquitos a través de los Andes y la Selva amazónica para lo cual instaló en la cumbre del Cerro San Cristóbal una potente estación inalámbrica, en su tiempo la más importante de América del Sur y otra similar en las márgenes del río Itaya en Iquitos.

El éxito de la primera comunicación inalámbrica entre Lima y la Capital Loretana fue el resultado de la capacidad técnica y científica. Incluso la estación desde el primer momento logró comunicación con la ciudad de Nueva York, río de Janeiro, Buenos Aires y las Islas Malvinas por lo que la revista Zigzag de Chile debió manifestar que esa estación al frente de cuyo cargo tuvo oportunidad de ampliar la comunicación radiotelegráfica en el territorio nacional con nuevas estaciones: la de Ilo en Moquegua (1914), la de Cachendo en Arequipa (1916), la de Buenos Aires en Trujillo (1917) y la de Eten en Chiclayo (1918).


Voy a investigar más, y proponer a las Facultades de Ingeniería de Sistemas e Informática de las universidades amazónicas, sobretodo de las de Iquitos, puedan conocer un poco acerca de él, y se den cuenta que el realizar proezas en TICs en zonas excluidas, puede ser doblemente reconfortante.

Este es un peruano más, que sí se merece tener un busto o una estatua en la ciudad. Ya se debe comenzar a dejar de estar reconociendo a héroes perdedores que murieron en guerras que ya estaban pérdidas, por los gobernos corruptos. Hay muchos ciudadanos que hicieron mucho por nuestro país, y que nunca se les ha reconocido.

Encontré ésta biográfia, en un libro del CETA, justo ahora que estamos tratando de digitalizar las biografías de los personajes históricos de la Amazonía Peruana, para www.lorito.com.pe .Me pase horas en internet buscando información sobre él,y nada pude hallar, les dejó con la biografía, escrita por Luis Hernan Ramirez.


AUGUSTO ENRIQUE TAMAYO
Pionero de la Comunicación en la Selva Amazónica

Precusor
1. Informe sobre las colonias de Oxapampa y Pozuzo.

Augusto Enrique Tamayo, hijo de Augusto Tamayo Chocano y de Guillermina Miller, nació en Arequipa el 20 de febrero de 1875. Inició sus estudios bajo la dirección de su padre, que trabajaba en el ferrocarril Arequipa – Mollendo, al lado de quien pasó los primeros años de su infancia hasta su ingreso en el colegio de educación secundaria La Independencia Americana de su tierra natal. Se trasladó a Lima para continuar sus estudios en la antigua Escuela Nacional de Ingeniería donde fue alumno de Eduardo de Habich, fundador de esta casa de estudios y obtuvo su título profesional en 1897.
Recién graduado inició una intensa actividad tecnológica en la selva como ayudante del ingeniero Antonio Graña, jefe de los trabajos de conclusión y acabado del llamado “Camino del Pichis”. Retirado Graña del proyecto, el ingeniero Tamayo asumió la jefatura de las obras y tuvo entonces oportunidad de realizar estudios de navegabilidad en el río Pichis y otros de la selva central. Con espíritu aventurero y científico intervino en una expedición a las montañas de Yanachaga incrementando sus experiencias y conocimientos de la jungla peruana.
En mayo de 1,902 fue comisionado por el gobierno para inspeccionar las colonias de Oxapampa y Pozuzo pero el ingeniero Tamayo amplio la inspección navegando en canoa los ríos de la zona hasta un punto en el alto Palcazú al que denominó “Puerto Luis” tomando el nombre del indio campa que allí le proporcionó canoas y le sirvió de guía y te interprete. En esa oportunidad Tamayo exploró la trocha de San Matías recorriendo, a pie, zonas no halladas e inexploradas de nuestra Amazonía Central. Navegó con fines exploratorios, y de investigación de estudio, los ríos Pichis y Pachitea y todos sus afluentes.
Inquieto y animado de preocupaciones científicas el ingeniero Augusto E. Tamayo fue, por aquellos años, (1902-1907), infatigable y perseverante en la riesgosa aventura de penetrar – acompañado tan solo por un capataz nativo en el desconocido y apasionante mundo de la Selva Peruana. En el Pachitea, en el Madre de Dios, en el Ucayali, en el Amazonas y otros ríos se le vio recorriendo a pie o navegando en rústicas y frágiles embarcaciones por regiones todavía vírgenes e ignotas tomando notas sobre recursos humanos, riquezas naturales, datos geográficos, estado de los caminos, curso de los ríos, topografía y fenómenos atmosféricos.

Como resultado de sus exploraciones e indagaciones. Augusto Enrique Tamayo publicó en 1904 un documentado libro, Informe sobre las colonias de Oxapampa y Pozuzo y Pichis aportando en él valiosos datos para el conocimiento geográfico de esa rica y dilatada parte del territorio peruano.
Algunas de sus notas y observaciones sobre los parajes y ríos descritos amplían y corrigen los descubrimientos y hallazgos de Antonio Raimondi que pasó por la misma zona cuarenta años antes. Tamayo insertó en su libro un mapa de todo su recorrido levantado por él y en este mapa así como en su informe muchos topónimos aparecen con sus nombres amueshas o campas que hoy ya no se usan y son conocidos con otras denominaciones.
En las páginas de su informe hallamos la precisión geográfica pero también patéticos relatos de los momentos difíciles vividos por el explorador y los peligros que debió sortear en sus viajes:
“Allí se inicia una serie de correntadas y bajos…A cada paso obstruido el río por espesas palizadas, sinuoso y rápido, exige de los bogas la más grande atención y pericia. Se llega a Santo Tomas, puesto cauchero, perteneciente al Sr. Olivera. Luego un pequeño salto, que fue preciso echarse al agua para empujar la canoa. Una larga correntada de seis millas, a 23 Kms. del Mayro, y el célebre rápido de Rosas Playa. Allí el río viniendo sobre la línea N.E. voltea bruscamente y bastante profundo. El manejo de la canoa es un serio problema. La velocidad de a corriente de Rosas Playa pasa de siete millas. Los obstáculos mencionados son el actualidad insalvables para el paso de los lanchas, modificándose un tanto en la época de las aguas. Santo Tomas dista del Mayro 26 kilómetros.
Después de Santo Tomás se encuentra un peligroso paso a través de palizadas. Ya los caucheros nos habían puesto en guardia contra este serio obstáculo, pero a pesar de todo, la canoa chocó violentamente, resistiendo gracias a los gruesos huampos que la embalsaban. Llegamos a Puerto Victoria después de 16 horas de navegación efectiva”.
Durante mucho tiempo no hubo comisión científica, militar o administrativa en la Selva Central del Perú que no tomará en cuenta los datos proporcionados por Tamayo en su informe de 1904.


2. La comunicación inalámbrica en la dilatada región de la Selva.

En 1906 Augusto E. Tamayo, asociado con los técnicos alemanes de la Telefunken, tomó a su cargo la instalación de la comunicación telegráfica inalámbrica en la dilatada Región de la Selva Central. Entonces montó las primeras estaciones transmisoras y receptoras de comunicación telegráfica sin hilos en las ciudades de Puerto Bermúdez y Masisea y al año siguiente en las ciudades de Orellana, Requena, Iquitos y Leticia. Se trataba de cuestiones relevadoras, es decir, intermedias, para la comunicación entre estas localidades y la Capital.
En 1908 Tamayo fue designado jefe general de la comunicación en el Oriente Peruano para supervisar en esta región los servicios de la comunicación telegráfica encomendados a la compañía Telefunken. Terminado este trabajo el gobierno le encargó la dirección de la Via Central y hubo de atender al mantenimiento de los caminos de Chanchamayo y del Pichis y del servicio de navegación fluvial desde Puerto Bermúdez hasta Iquitos así como del correo y el telégrafo de esta región.
En 1909 construyó el puente de acero sobre el río Utcuyacu. Ese mismo año empezó a ocuparse de la comunicación radiotelegráfica entre la Capital y las ciudades de la Amazonía con el apoyo del Director de Fomento, Edmundo de Habich, hijo del fundador de la Escuela de Ingenieros de Lima y la asistencia técnica de la Telefunken, utilizando el novedoso sistema de las “chispas sonoras” inventando en los laboratorios de la Telefunken de Alemania.


3. El Itaya y el San Cristóbal hablan.

Culminando esta preocupación suya, el 16 de Junio de 1912, el mismo año en que Guillermo Marconi (Premio Nobel 1909) fracasaba en su intento de establecer la comunicación inalámbrica a gran distancia en las selvas de África y el Brasil, el ingeniero peruano Augusto Tamayo logró establecer la comunicación directa inalámbrica entre Lima e Iquitos a través de los Andes y la Selva amazónica para lo cual instaló en la cumbre del Cerro San Cristóbal una potente estación inalámbrica, en su tiempo la más importante de América del Sur y otra similar en las márgenes del río Itaya en Iquitos.
En el mismo acto de su inauguración por el Presidente Leguía, la estación de San Cristóbal alcanzó a unir nuestra Capital con la lejanía región Nororiental, de modo directo, sin necesidades de las perentorias estaciones intermedias, gracias a aplicación de la más avanzada tecnología del momento.
Para llevar adelante este proyecto Augusto E. Tamayo fue comisionado por el gobierno para estudiar personalmente, y en la práctica, las condiciones del nuevo sistema de las “chispas sonoras” al bordo del barco mercante alemán “Holger” en el que la Telefunken había instalado, como prueba, este sistema recién inventado y que por entonces navegaba en el Pacífico del Callao hasta Punta Arenas.
Después de este curioso y fructífero viaje, el ingeniero Tamayo convencido de la superioridad y las excelencias del invento propuso la instalación de dichas estaciones en Lima e Iquitos con el asesoramiento de la Compañía Telefunken que no asumió la responsabilidad de lograr la comunicación pues ningún experimento previo, en terreno y distancias semejantes, autorizaba a ello. Los técnicos alemanes creían que las ondas sonoras no podían transponer las barreras de las alturas andinas y de la vasta extensión de la llanura Amazónica.


4. La ciencia y la tecnología contra las ciegas rebeldías de la naturaleza

El éxito de la primera comunicación inalámbrica entre Lima y la Capital Loretana fue el resultado de la capacidad técnica y científica del ingeniero Augusto E. Tamayo quien en el discurso pronunciado en esa oportunidad tuvo frases de elogio a la selva advirtiendo que el rico potencial de la Amazonía, la feracidad de su suelo y los tesoros de sus bosques solo pueden ser efectivos y útiles mediante una obra positiva edificada con patriotismo y con el aporte de la ciencia y la tecnología combatiendo contra las ciegas rebeldías de la naturaleza:
“Más allá de aquella importante cadena de montañas, heridos por el sol, en un claro día de verano, se extiende la porción más vasta, tal vez, también la más rica del territorio nacional.
Una fantasía sutil, una imaginación vivísima soñadora, no bastarían a concebir cuantos dones, cuanta belleza quiso derramar el Creador en aquellos bosques surcados por caudalosos ríos prontos a convertirse en “trabajo útil”, fuente de bienestar para los hombres y de grandeza para las naciones.
La feracidad de aquel suelo no tiene rival; los tesoros que guardan sus entrañas y los que ofrecen sus vírgenes selvas, bastarían para asegurar, hábilmente explotados, el porvenir de algunos pueblos tan grandes como el nuestro”.

En el acto de inauguración de la Estación de San Cristóbal, el Presidente Leguía dirigió un mensaje al prefecto Castañeda de Loreto. El mensaje fue el siguiente: “Acabo de inaugurar la comunicación radiográfica directa entre Lima y el Oriente el Perú. Por su intermedio felicito con la mayor satisfacción por este fausto suceso al Departamento de Loreto y le ruego transmitir a sus instituciones políticas los votos que formulo por su prosperidad y por la ciudad de Iquitos” Presidente Leguía.
Inmediatamente el prefecto Castañeda respondió al mensaje presidencial con otro en el que manifiesta que “Este lejano Departamento, siempre aislado y perdido entre selvas, se ha colocado, de un salto, cerca de sus hermanos y desde hoy disfruta de las ideas y sentimientos del resto del país”.


5. Merecimientos para un pionero

El ingeniero Augusto Enrique Tamayo realizó, en nombre del Perú, una proeza científica de resonancia universal al obtener por primera vez en el mundo una difícil comunicación directa a través de elevadas cadenas de montañas y dilatadas extensiones de la selva que se pensaba que interrumpían el paso de las ondas hertzianas.
El Comercio, La Prensa, La Crónica y otras publicaciones eventuales: El Diario, La Felpa y La Acción Popular dieron cuenta del sensacional suceso y le dedicaron comentarios editoriales. El pintor Teófilo Castillo se inspiró en este acontecimiento para su cuadro El San Cristóbal habla que el diario La Crónica reprodujo en fotograbado.
La estación de San Cristóbal desde el primer momento se comunicó con Nueva York, río de Janeiro, Buenos Aires y las Islas Malvinas por lo que la revista Zigzag de Chile debió manifestar que esa estación al frente de cuyo cargo tuvo oportunidad de ampliar la comunicación radiotelegráfica en el territorio nacional con nuevas estaciones: la de Ilo en Moquegua (1914), la de Cachendo en Arequipa (1916), la de Buenos Aires en Trujillo (1917) y la de Eten en Chiclayo (1918).
En 1919, a raíz del golpe de estado de ese año, renunció al alto cargo que desempeñaba para no autorizar la improvisación y la ineficacia permitiendo el acceso de recomendados políticos a los puestos técnicos de la radiotelegrafía. Alejado de la función pública se dedicó a diferentes actividades técnicas particulares.

En 1921 dirigió la fábrica de cementos de Arequipa. Después organizó el estanco del alcohol industrial por encargo de la Compañía Recaudadora de Impuestos.
En 1932 rechazó la cartera de Fomento y Obras Públicas que le ofreciera el General Sánchez Cerro porque no quería colaborar con un gobierno dictatorial.
Murió en Lima el 1º de febrero de 1936 y un escritor amazónico, Jenaro E. Herrera, escribió la nota necrológica que el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima publicó ese año.
La vida y los trabajos del ingeniero Tamayo sirvieron de tema y argumentación para la novela Una sola sombra al frente (1973) de Augusto Tamayo Vargas. El protagonista de esta novela, Enrique Aet (Aet es el nombre siglar de Augusto Enrique Tamayo) representa a un pionero de la comunicación en el Oriente Peruano luchando contra la selva inhóspita, las lluvias destructoras, los insectos ponzoñosos, las adversidades para llevar el progreso y la modernidad a la Amazonía.
César Miró dedicó al ingeniero Augusto E. Tamayo una documentada crónica en el Suplemento Dominical de El Comercio (8-IV-1962) en la que reseña de este pionero sus apuntes biográficos, sus exploraciones geográficas, sus experimentos científicos con las “chispas sonoras”, su extraordinaria proeza de encontrar comunicación directa entre Lima e Iquitos y reclama el merecido homenaje que el Perú le debe.
El año de 1962, al cumplirse los 50 años de la inauguración de la Estación de San Cristóbal El Comercio publicó una serie de artículos recordatorios resaltando el significado de ese acontecimiento. La comunicación radial y todos los medios de comunicación no deben olvidar el nombre de Augusto Enrique Tamayo. Los hombres y as instituciones del Oriente Peruano le deben un gran homenaje. En esta oportunidad la revista AMAZONIA le rinde el suyo.

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