Friday, April 16, 2010

Increible: Los condenan a la carcel por "exceso de amor"

Por "exceso de amor" condenan a la madre y a los abuelos de un niño, tiene 13 años y no va solo al baño. El padre fue quien denunció a la familia. Una nota curiosa que hoy encontré en la web. El mimar mucho a los hijos también trae sus concescuencias.

El abuelo, la abuela y la madre le dieron demasiado amor: por ésto los condenaron. Hoy él tiene 13 años y vive en Ferrara. Es un chico muy inteligente: su maestra dice que es el primero de la clase. Pero hasta los 7 años no caminaba, casi, y ni siquiera lograba subir las escaleras. Nunca practicó un deporte, nada, nunca un viaje y nunca una carrera en el parque con los amigos. Nunca frecuentó a nadie que no fuera de la familia, nadie al margen de su abuelo, su abuela y la mamá. Cuando no iba a la escuela estaba encerrado en su cuarto todo el día, lleno de mimos y amables caricias, que suscitaban destellos de una triste alegría en sus ojos de niño, negros como dos moras.
Afuera, y como si todo fuera el fermento de la esencia peligrosa de la vida, el magma escondido de una tragedia. Tiene 13 años, pero no se anima a orinar solo. Siempre tiene que tener al lado a su mamá o a su abuelo. Comer, sólo lo puede hacer dentro de su casa. Cuando lo obligaron a almorzar en la escuela, se encerró en un depósito, solo, como contó Heinrich Stove, abogado de su papá. El hecho es que no logra comer junto a los otros compañeros. Les tiene miedo, como le tiene miedo a la vida, ya que, simplemente, nadie podrá amarlo nunca como lo hace su familia.
Demasiado amor es una forma de vida. Muchas veces lo leímos en crónicas periodísticas. Padres adoptivos que infligieron la ley, novios enloquecidos que perdieron el sentido de la realidad. Hubo el caso de una madre que no había mandado a su hijo a la escuela sólo porque tenía miedo que se enfermera. La condenaron. Pero esta vez la corte de Ferrara le dio una connotación penal bien precisa: es un maltrato a un menor. Hoy, aun para la Justicia, demasiado amor es una ofensa porque es un estado que excluye la separación, un afecto que contamina la vida.
El abuelo fue condenado a tres años y seis meses. La madre a tres años. La abuela a dos. La jueza Silvia Marini aplicó penas mucho más severas que las que había pedido la fiscalía. En realidad, cómo terminará esta historia, nadie lo sabe muy bien todavía.
El hecho es que este chico tiene miedo de todo pero odia a una sola persona: su padre. Esto sucede desde hace diez años. Está convencido que todo es culpa del papá. La madre le dijo una vez que quería mandarlo a un instituto de discapacitados. El no tiene trabajo y ni siquiera cuenta con ingresos. Vive con el abuelo, que tiene una granja en la entrada de Ferrara: son los perros los que ladran furiosos para protegerlos de todo aquel que intente acercarse.
El papá es gerente en Milán. Su matrimonio entró en crisis poco después del nacimiento del chico. Y fue anulado por la Sacra Rota (tribunal de apelaciones de la Iglesia). En diez años, este hombre "logró ver a su hijo nada más que tres veces y de forma secreta", cuenta Stove. Dice que lo odia, y que lo hicieron así. "No queríamos crearle problemas. Queríamos liberarlo por su propio bien. Esperamos que esta familia se dé cuenta de que no le está haciendo bien y que esta condena permita intervenir al Tribunal de Menores".
De todos modos, por ahora nadie logra sacarlo de esa casa. El repite: "Yo estoy bien aquí". El párroco, cuando fue a los tribunales a prestar testimonio defendió a la familia: "Son gente buena". Los abogados Darío Bolognesi y Elisa De Giusti, dicen que "si el chico obtiene resultados óptimos en la escuela puede indicar algo. En realidad, sus problemas son los de muchos chicos de su edad. Y odia al padre no porque alguien lo haya presionado sino porque es él quien quiso este proceso que le está arruinando la vida".
La causa llegó por primera vez a los tribunales en 2004 y después de seis años todavía no concluyó. Entre denuncias y contra denuncias ha experimentado otras condenas. Pero ésta es la más seria de todas porque consigna que el chico "fue víctima de un amor nocivo que lo sobreprotegió sin permitirle crecer como hicieron sus compañeros y coetáneos".

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