Monday, November 16, 2009

Algo cayó del cielo

10 de la noche, fastidiado por el inicio del cumplimiento de la promesa del cielo, de llenar de agua todas las calles de la ciudad, sólo me queda refugiarme debajo de un cálido techo prestado.

Convencido de que no regresaré a casa en moto, pues después de cada lluvia torrencial nuestras calles Yavarí y Putumayo se convertirán en caudalosos ríos. Ahora tendría que buscar una canoa.

Las gotas resultan tan firmes y convincentes, que al instante me predicen que serán muchas las horas de cobijo. Cada instante se vuelve más agresivo y desesperante, el agua no para de caer. Todos los espejos ya se taparon, las cucarachas bien alto están. La lluvia me genera una premunición extraña, todo es muy bullicioso, como si el cielo se cayera a pedazos.




Vaya coincidencia mañana estrenan la película 2012, quizás el Multicine en un convenio con el cielo, están promocionando la película con éstas sensaciones en toda la ciudad.

Me pueden acusar de loco o cojudo, sin embargo estoy seguro que aquella noche los últimos 3 truenos nos trajeron algo más. Los primeros 2 fueron estruendosos como los de las películas de terror. Sin embargo el tercero, hasta ahora me trae pensativo, pues yo sentí claramente que toco el piso, sentí un temblor que hizo vibrar las paredes. Era como si algo pesado de hierro hubiese chocado con un piso de cemento. Fue un trueno que se sintió en el suelo, y nunca antes había sentido algo parecido.

Yo estaba en Punchana, personas de los otros distritos me dijeron lo mismo, y si esto se sintió en todo Iquitos, se debe buscar una explicación. Coincidentemente fue un día antes, de que diversos medios denuncien la aparición de la boa gigante. Por ahí un viejo ya dijo que el tercer trueno despertó al animal que duerme debajo de Iquitos y lo sacó de sus siglos de sueño, y éste generó el pequeño temblor. Lo malo que ello anunciaría el hundimiento de la ciudad, y además coincide con la amenaza de la desaparición del puerto de Belén a causa del desbordamiento del Amazonas en la próxima creciente.



El trueno que causo el temblor es real, no me responsabilizo por todo lo siguiente.

Aquella noche Iquitos fue una Venecia inundada, con cientos vecinos desaguadores, en las calles sólo servían las canoa, no lleve mi moto y tuve que usar banquitos para poder entrar a mi casa.

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